LZC,
Mich.- Bajo el título Micros, pequeñas y
grandes empresas, dos circuitos económicos separados. Lázaro Cárdenas,
Michoacán, el investigador Jorge Martínez-Aparicio, de la Universidad
Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, presenta en la biblioteca virtual SciELO
un interesante estudio que bien puede ser útil en el presente, de cara al reto del establecimiento de la
Zona Económica Especial. Por su
amplitud, solo se reproducen a continuación el Resumen inicial y la Conclusión
final del artículo, que puede ser consultado en su totalidad en
www.scielo.org.mx:
El Resumen
Ciudad
Lázaro Cárdenas, Michoacán, se caracteriza por la constitución de dos circuitos
socioeconómicos que operan y se reproducen de manera separada y desarticulada.
En el ámbito urbano, por un lado, los grandes establecimientos localizados en
el recinto portuario están eslabonados con el comercio mundial. Por otra parte,
un numeroso agregado de micros y pequeñas empresas está disperso y acoplado al
fondo de consumo de la población asalariada. A pesar de las políticas de
desarrollo regional y las elevadas inversiones aplicadas en la zona desde los
años setenta, no se han construido enlaces productivos entre los dos circuitos.
Por tanto, ambos adquieren sus principales insumos fuera de la región. Las
micro y pequeñas empresas aparecen como un sector secundario entre las
prioridades de fomento de inversión de los gobiernos federal y estatal; entre
tanto las grandes empresas se consideran estratégicas por su vinculación con el
comercio internacional.
La Conclusion
En
términos generales, como se puede observar a través de las evidencias recogidas
en la zona de estudio, no se advierte una integración industrial mediante
importantes enlaces productivos locales, tampoco se cuenta con la capacidad
para provocar un desarrollo interno.
Por
el contrario, se recrea la situación de un enclave con fuertes dependencias y
determinaciones extralocales. Los distintos fragmentos de la economía local y
las formas desarticuladas de organización poblacional se determinan en función
de circunstancias exógenas. Los factores catalizadores se ubican fuera de la
zona, entre los centros de decisión nacional o mundial, cuyos principales agentes
–en el contexto de la internacionalización– son las transnacionales y el
Estado.
Sólo
el flujo de la fuerza de trabajo asalariada se constituye en el único nexo
entre las grandes empresas fincadas al interior del recinto portuario con su
entorno local. Las numerosas empresas, micro y pequeñas, diseminadas en la
amplia zona de la ciudad se alimentan del consumo comercial y de servicios del
conjunto de los asalariados que operan en la actividad de las grandes empresas.
Ante
la presencia que asume la gran empresa, destaca el carácter accesorio y
secundario de los pequeños negocios, desligados unos de otros, como efecto de
una economía local estructurada con base en la lógica del mercado
internacional. Se trata de la separación de espacios contiguos, que albergan
condiciones y expectativas diferentes de desarrollo.
Frente
a la restringida difusión económica que se genera en la zona, se reconstituyen
condiciones de fragmentación poblacional. En primer lugar, ante las diferencias
naturales y físicas de la superficie, la influencia económica del complejo
industrial alcanza sobre todo a las localidades de la planicie, en función de
la proximidad a los principales factores de incidencia (el complejo industrial,
la mina, el distrito de riego y los ejes carreteros); mientras que los
habitantes del área serrana se reproducen al margen de los estímulos de la
actividad económica de la ciudad y de acuerdo con la situación del terreno
montañoso que se extiende por la mayor parte del municipio.
Entre
esos dos ámbitos naturales, tanto en la planicie como en la sierra, se
regeneran condiciones de diferenciación y exclusión socioeconómica, frente a
los desiguales efectos de la difusión urbana e industrial y ante las distintas
condiciones naturales. El territorio se muestra fragmentado también en función
de las características de las localidades, con base en la clasificación de
urbanas, rurales y en transición de lo rural a lo urbano. Se denotan las
diferencias de acuerdo con el tamaño y proporción de la población, el ritmo de
su crecimiento y la principal actividad económica en que se ocupa.
La
organización de las localidades es jerarquizada y subordinada ante los
estímulos de la actividad industrial, el modo de vida urbano y la
disponibilidad de recursos productivos. Son mínimos los niveles de intercambio
y la complementariedad entre ellas; por el contrario, se desenvuelven
desigualmente como áreas separadas y fragmentadas.
Los
impulsos internos de la actividad industrial siguen reducidos a la demanda de
mano de obra, inclusive ha disminuido frente a la modernización de los procesos
y de las formas de gestión empresarial, ante las dificultades económicas del
sector y por el menor e irregular flujo de recursos para la construcción de
infraestructura.
Ante
un complejo industrial con cabida para la instalación de nuevas empresas que,
se aspira en la política regional, compensen la acción centralizadora de la
actividad metal-mecánica, la pequeña red local de empresas subcontratistas
directamente las controlan y determinan vertical-mente las principales
empresas. El subcontratismo tiene rasgos informales, se destina en especial a
actividades de servicios y construcción y tiene una escasa capacidad de
influencia en la economía. Reflejo de esta situación ha sido la quiebra de numerosos
subcontratistas frente a las cíclicas crisis de las plantas siderúrgicas en los
últimos años.
En
contrapartida, frente al aumento de la población, la actividad comercial y de
servicios crece en la economía local. A través de numerosas unidades pequeñas y
dispersas, el sector terciario tiende a absorber un mayor volumen del empleo.
Por
otra parte, aun cuando son pocas las entidades industriales, su dominio en la
zona no deja de ser definitivo, por su tamaño y la cantidad de trabajadores
ocupados, que aún es significativa, además por la derrama de dinero que se
gasta a través de los salarios y para el funcionamiento de la zona.
A
pesar del relativo incremento de actividades del sector terciario y la
significativa importancia de las industrias, el mercado está fragmentado y
responde a impulsos extralocales. La economía se divide en dos grandes
circuitos económicos y cada uno se articula a mercados externos separados y
diferenciados.
No
se trata de condiciones socioeconómicas yuxtapuestas que se rigen con base en
principios diferentes; tampoco de economías duales que operan paralelamente con
lógicas distintas. Más bien, se refiere a espacios productivos que de modo
diferenciado responden a la lógica del capital en condiciones de
internacionalización e instituidos de modo singular como resultado de la escasa
vinculación entre ellos y como efecto del enclave.
No
existe, en consecuencia, una articulación interna entre las diferentes
actividades económicas y tampoco se retroalimentan por medio del mercado local.
En
un sentido positivo, entre las alternativas que podrían orientar a superar la
situación del enclave en la zona han de buscarse en la idea del desarrollo
endógeno y en función de las diferentes condiciones de vida de los pobladores
que ocupan la región.
Principalmente
implicaría una política regional, que no existe, para incorporar las
necesidades y las condiciones de reproducción de la amplia extensión
agropecuaria: en la planicie y, más aún, en el área serrana que ocupa una gran
superficie con escasa capacidad de retención poblacional.
Evitar
el predominio de las políticas de crecimiento sectorial de tipo urbano, ya sean
en la actividad industrial, el comercio y los servicios, como únicas o
principales fuentes de vida, a través de la inversión y el empleo. Dejar de ver
a la inversión externa (nacional e internacional) como elemento principal de
las políticas de desarrollo.
La
inversión sectorial y de atracción externa supone que el desarrollo está en
función de extender el régimen del trabajo asalariado como condición de vida de
los individuos; aunque sea relegada y marginada la posibilidad de vida familiar
y comunitaria de un amplio margen de la población rural.
Por
supuesto que la acción de las instituciones (organizaciones fincadas desde el
Estado y las agrupaciones sociales) como intermediarias entre la participación
social y las formas del poder, ha de involucrarse en el encuentro de nuevas
formas de gestión pública del desarrollo regional y local.
La
descentralización en la toma de decisiones y en la disposición de los recursos
por parte de los gobiernos locales, es también un factor central para promover
el desarrollo regional/local. Éstos, entre otros aspectos del desarrollo, están
ausentes en las acciones del gobierno estatal y municipal en Lázaro Cárdenas,
Michoacán.
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