LZC,
Mich.- Una de las formas de entender el
daño que le provoca al Puerto de Lázaro Cárdenas la estrategia magisterial
disidente a través de bloqueos a las vías del ferrocarril Kansas City Southern
de México (KCSM), es retomar un poco de la historia del gran esfuerzo que le ha
costado a la Terminal marítima michoacana posicionarse en un mercado marítimo
mundial altamente competido.
Para
este propósito se retoma de nuestro extinto blog hermano el “INDICADOR del
Puerto” (hoy convertido en “El Indicador del Balsas) el siguiente texto escrito
en agosto de 2010, donde se da cuenta de cómo se fue tejiendo la historia del
Puerto local, donde resalta, por cierto, la familiaridad del KCSM:
“Lázaro
Cárdenas. Agosto, 2010.- Cuando se analiza el singular crecimiento del Puerto
de Lázaro Cárdenas, que bien podría ser calificado como el Ave Fénix del
sistema portuario nacional, es obligado hablar del rol que han jugado en este
fenómeno de desarrollo dos de sus principales aliados: Hutchison Ports Holding
(HPH), a cargo de la Terminal Especializada de Contenedores, y Kansas City
Southern-México (KCSM), la ferroviaria responsable de transportar el mayor
volumen de contenedores que opera la terminal marítima local.
KCSM
estuvo especialmente envuelta en el interés público, sobre todo michoacano,
debido a sus planes de inversión en la isla de La Palma; un territorio
adyacente al recinto portuario que dividió al Congreso estatal.
Correspondió
al KCSM, sin proponérselo, ser tema dentro de una disputa legislativa por la
desincorporación de unas 440 hectáreas de La Palma, donde se generó el
interesado mensaje de que la ferroviaria pretendía “apropiarse” de la isla,
cuando en realidad solo aspiraba a ocupar menos de una tercera parte de esa
superficie para instalar ahí una Terminal Intermodal Ferroviaria.
Mientras
duró la discusión legislativa, que terminó final y recientemente con la
desincorporación de la superficie, el KCSM se mantuvo al margen todo lo que
pudo, pero su presencia en el ánimo público, particularmente político y
económico, la llevó a ser tema cotidiano, con defensores y opositores respecto
a su proyecto de inversión en la isla de La Palma.
Pero,
más allá de los sectores directamente relacionados con el transporte, la
logística, la actividad portuaria y el comercio internacional, pocos se
interesaron en conocer la naturaleza de la empresa, la importancia de su
participación en el desarrollo económico e intercambio comercial de México; ya
no se diga de su extraordinario valor estratégico para el crecimiento del
Puerto de Lázaro Cárdenas y sus implicaciones en la economía local y regional.
Hace
apenas tres años, en el 2007, Kansas City Southern (KCS), de cuyo seno procede
KCSM, celebró los 120 años de la fundación de este ferrocarril estadounidense y
10 años de haber sido privatizada la compañía que es ahora KCSM.
Fue
hasta 1995 que Michael Haverty, su principal impulsor, llegó a la ferroviaria
en momentos en que ésta no tenía el mejor futuro. En los 90s ocurrían fusiones
en el sector para crear poderosos grupos ferroviarios estadounidenses. Las
fuertes ferroviarias Burlington Northern Santa Fe y Union Pacific proyectaban
su amenazadora sombra sobre la pequeña KCS, que pertenecía a un holding de
empresas con otros intereses, quienes pensaban seriamente en ponerla a la
venta, mientras que su equipo y vías iban en franco deterioro.
En
la segunda parte de los 90s la empresa ferroviaria Kansas City Southern (KCS)
adquirió un tramo de la entonces principal red ferroviaria de México (TFM), que
luego se convirtió en el Kansas City Southern de México, quien originalmente no
tenía considerado en sus planes de negocio al puerto de Lázaro Cárdenas, en
Michoacán. Su propósito era mover carga entre fabricantes de México, Estados
Unidos y Canadá, sin pensar necesariamente en un puente ferroviario para
conectar Asia y América vía México.
Con
todo, se dio un cambio en la estrategia de negocios de KCS a partir de que
Michael Haverty, su presidente, al igual que directivos de Hutchison Port
Holdings (HPH) visitaron por separado al puerto de Lázaro Cárdenas apenas
iniciado el presente siglo, cuando la terminal marítima michoacana se
encontraba en su nivel más bajo de actividad comercial. Los directivos de ambas
firmas habían analizado la tendencia de crecimiento en el mercado entre Asia y
América y desde entonces pronosticaron el papel que podrían jugar los puertos
del Pacífico mexicano en este relativamente nuevo escenario, en particular el
michoacano.
Los
analistas se cuestionaban entonces cuántos negocios podía realmente atraer
Lázaro Cárdenas a KCS. Pero Haverty dijo que los planes de expansión de
Hutchinson, el operador del mayor puerto de contenedores del mundo, incluían al
puerto de Lázaro Cárdenas, y esa era ya una razón de mucho peso para pensar
definitivamente en la Terminal marítima michoacana.
Se
cuenta que en una de sus iniciales visitas al Puerto de Lázaro Cárdenas, allá
por el 2000, Haverty fue acompañado por un periodista de los Estados Unidos,
quien luego escribió sobre esta visita y describió que el puerto michoacano
lucía tan desierto por su poca actividad, que fácilmente se podía escuchar el
salto de los peces en el agua. Pero Haverty, por el contrario, escuchaba ya, en
aquella soledad, el silbato y el traqueteo del tren con cientos de contenedores
viajando en los vagones del KCSM.
Poco
después, cuando los puertos norteamericanos de Los Angeles y Long Beach
empezaron a experimentar grandes demoras en la recepción y despacho de la carga
marítima procedente y con destino a Asia, además de un grave conflicto sindical
con los estibadores de la Costa Oeste norteamericana, KCS empezó a replantear
con mayor celeridad su estrategia de negocios. Ya para entonces Hutchison Port
Holdings (HPH) había mostrado abiertamente su interés para operar en el puerto
michoacano, y este era un factor que Michael Haverty, el presidente del KCS, no
podía pasar por alto.
En
los años subsecuentes, del 2003 en adelante, varios proyectos cobraron vida,
especialmente el del Corredor Intermodal Internacional, donde el Puerto de
Lázaro Cárdenas, KCSM y HPH eran actores principalísimos. Paralelamente, KCSM
adquiría decenas de locomotoras (unas 30 de ellas fueron entregadas entre
diciembre del 2006 y enero del 2007).
El
Corredor Transpacífico, también conocido con el NAFTA-Railway, inició
formalmente sus operaciones en mayo del 2005 en un evento inaugural que mostró
el resultado de la unión de esfuerzos entre el binomio ferroviario KCS-KCSM y
Hutchison Ports Holding, con su filial LC Terminal Portuaria de Contenedores.
En
el Puerto Lázaro Cárdenas se llevó acabo una significativa ceremonia para
celebrar la gran apertura de la Terminal de Hutchison Port Holdings (HPH) en el
Puerto (la más grande de México). KCSM y HPH habían establecido un equipo
operativo conjunto y coordinaban esfuerzos comerciales para atraer clientes
nuevos al puerto.
KCSM
enfocó buena parte de su interés en el crecimiento del corredor entre Celaya y
Lázaro Cárdenas y entre Monterrey y Nuevo Laredo. KCSM instaló, entre otras
acciones, 160 mil durmientes de madera y 75 mil durmientes de concreto en el
2007. Estas mejoras, entre otras, incrementaron la velocidad de los trenes
hasta 95 kilómetros por hora para los distritos de Nuevo Laredo y Monterrey.
KCS
invirtió alrededor de mil millones de dólares de 1997 al 2005 en la
infraestructura del ferrocarril para fortalecer el NAFTA Railway, de acuerdo
con cifras dadas a conocer entonces por Stephen F. Milligan, alto directivo de
Ventas y Mercado Internacional de la firma ferroviaria.
Muy
pronto, el KCS inició, en unión con sus subsidiarias KCSM y KCSR, un servicio
dedicado diario desde Lázaro Cárdenas, pasando por San Luis Potosí y Monterrey,
hasta los mercados del sur de los Estados Unidos, vía Jackson, Mississipi, con
una conexión a Atlanta, Georgia.
En
los últimos 15 años, KCS, de la mano de KCSR y KCSM, pasó de ser la más pequeña
de las cinco grandes ferroviarias estadounidenses a una compañía que duplicó su
tamaño, logró ser independiente y operar el llamado ferrocarril del Tratado de
Libre Comercio con América del Norte.
La
realidad del corredor ferroviario de Lázaro Cárdenas a los Estados Unidos
despertó gran interés en otros jugadores. En el 2006, Texas apretó también el
paso y centró su atención en el Corredor Transpacífico Asía-Lázaro
Cárdenas-Estados Unidos. La Dirección de Mercadotecnia del Puerto de San
Antonio, Texas, confirmó el deseo de la región del Sur de Texas en desarrollar
negocios con el puerto michoacano, el ferrocarril KCSM, Hutchison Ports Holding
y las navieras que le dan servicio a Lázaro Cárdenas desde Asia.
Al
año siguiente, en el 2007, llegaron a Lázaro Cárdenas a bordo del lujoso
Southern Belle (tren ejecutivo que ofrece su recorrido únicamente a los
clientes distinguidos de la ferroviaria KCSM) directivos de las firmas
minoristas Target, Wal-Mart, Mabe, LG y JC Penny; invitados de HPH y, por
supuesto sus anfitriones, los presidente internacional y nacional de KCS y
KCSM, Michael Haverty y José Zozaya, a quienes acompañó el gobernador de
Michoacán, Lázaro Cárdenas Batel.
En
noviembre del 2008, una nueva delegación texana de negocios conformada por unos
40 empresarios estuvo en Lázaro Cárdenas para dar continuidad a una serie de
acercamientos que se iniciaron desde cuatro años atrás. Autoridades portuarias
de Lázaro Cárdenas y funcionarios de San Antonio, Texas, se habían reunido aquí
apenas en marzo de ese año, para suscribir un Memorando de Entendimiento que
promueve desde entonces el desarrollo del corredor comercial entre estos dos
puertos.
En
Texas le llaman discretamente el 'China Plan' a un proyecto comercial con Asia,
que depende del corredor ferroviario entre Lázaro Cárdenas y los dos Laredos
fronterizos. México, y Lázaro Cárdenas concretamente, han contado, desde luego,
con su propio plan de negocios Asia-México, que también depende del citado
corredor para mover carga a lo largo de la espina dorsal de México hasta Texas,
Georgia, Atlanta, Missouri y otras localidades de la Unión Americana.
Al
hablar sobre las posibilidades de la ruta de comercio internacional entre
Lázaro Cárdenas y los dos Laredos, KCSM ha dicho que las estimaciones de
incrementar en un 200 por ciento los flujos de carga por esta ruta se quedan
cortas, pues si actualmente el puerto mueve unos 600 mil contenedores, éste
tiene una vocación para mover cerca de los 11 millones de contenedores, aunque
aclara que este incremento será paulatino, siempre y cuando se logren
aprovechar las oportunidades.
Y
aquí va un dato poco conocido: La carboeléctrica Plutarco Elías Calles de la
CFE, ubicada en la vecina bahía de Petacalco, Guerrero, puede eventualmente
importar carbón del estado norteamericano de Utha, a través del ferrocarril
Kansas City Southern (KCSR) y su filial Kansas City Southern México (KCSM).
En
el transcurso de los últimos años, el Puerto de Lázaro Cárdenas firmó dos
tratados de cooperación: uno con el Interpuerto de San Luis Potosí, y, el otro,
con el Puerto Interior de Guanajuato, con los cuales tiene conexión directa vía
multimodal, además de otro posterior con Puerta México, en Toluca (instalación
adquirida hace poco por KCS), y otro más con la Terminal Interior Logística
Integral en Transportación, también en San Luis Potosí, entre otros miembros de
la creciente red logística a lo largo de la ruta del KCSM, o mejor dicho del
corredor ferroviario.
Son
numerosos los episodios que envuelven la serie de esfuerzos realizados por el
Puerto de Lázaro Cárdenas, KCS-KCSM y HPH para desarrollar las rutas
logísticas, tanto marítimas como ferroviarias que han dado al primero un envidiable
valor estratégico en el comercio internacional y posibilidades de crecimiento
insospechadas, para beneficio de la economía nacional, de Michoacán y de la
propia comunidad de Lázaro Cárdenas, aún cuando ésta no ha recibido tan
directamente como conviene todos los beneficios que provienen de este enorme
negocio de comercio internacional, a juzgar por la opinión de la propia
comunidad.
Al
reconocerse la confianza que empresas como KCSM y HPH tuvieron en el Puerto de
Lázaro Cárdenas en momentos en que nadie le apostaba a la terminal marítima
michoacana, queda implícita, por más que se trate de un negocio, la aceptación
de estas firmas por parte de una comunidad que quisiera sentirlas más cercanas
y solidarias. Al final, son casi como de la familia.”
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